jueves, 27 de agosto de 2009


No hay lugar en la tierra donde la muerte no pueda encontrarnos,
por mucho que volvamos constantemente la cabeza
en todas direcciones como si nos halláramos en una tierra
extraña y sospechosa. [...] Si hubiese alguna manera de
resguardarse de los golpes de la muerte, no soy yo aquel que
no lo haría. [...] Pero es una locura pensar que se pueda
conseguir eso. [...]
Los hombres vienen y van, trotan y danzan, y de la
muerte ni una palabra. Todo muy bien. Sin embargo, cuando
llega la muerte, a ellos, a sus esposas, sus hijos, sus
amigos, y los sorprende desprevenidos, ¡qué tormentas de
pasión no los abruman entonces, qué llantos, qué furor, qué
desesperación! [...]
Para empezar a privar a la muerte de su mayor ventaja
sobre nosotros, adoptemos una actitud del todo opuesta a la
común; privemos a la muerte de su extrañeza, frecuentémosla,
acostumbrémonos a ella; no tengamos nada más presente
en nuestros pensamientos que la muerte. [...] No sabemos
dónde nos espera la muerte: así pues, esperémosla en todas
partes. Practicar la muerte es practicar la libertad. El hombre
que ha aprendido a morir ha desaprendido a ser esclavo

MONTAIGNE

No hay comentarios: