miércoles, 2 de abril de 2008

La fuerza de las palabras...

Escucho los discursos de nuestra honorable presidenta y no puedo evitar sentir que mientras siga abriendo la boca, la situación en vez de mejorar, empeora.
El tema central del asunto parece girar en torno a si hay que aumentar las retenciones o no hay que aumentar las retenciones al campo.
Acá podríamos detenernos en discusiones de tinte más bien económico y ver los pros y contras de dichas medidas y a ello sumarle los argumentos del gobierno, la de los pequeños, medianos y grandes productores.
Llegaríamos seguramente, sin demasiados conocimientos reales de los millones que generan las retenciones (dinero disponible que podríamos asumir ingenuamente que contribuye a mantener el modelo económico actual y no a la “voracidad recaudadora” estatal) a una conclusión, casera e íntima, pero no por eso desechable: las retenciones a las exportaciones de los productos agropecuarios, son positivas en nuestro contexto actual.

Se anuncia una medida, comienza un paro, trece de marzo.
Moyano.
Nuestra presidenta se toma un largo fin de semana (incluido feriado 24 de marzo) en el sur.
Regresa y pronuncia un discurso que en vez de mediar, ya transcurridos trece días de paro, enciende los ánimos no sólo de los protagonistas sino de quienes lo “miraban por t.v” hasta ese momento.
Cacerolazo.
D´elia.
Quiénes salieron a la calle ese 25 de marzo?
La oligarquía golpista dicen por ahí.
Volver al pasado es más sencillo que hacer un análisis ante una situación nueva.

Volvamos a Cristina, que es mujer (lo repetirá para que no nos olvidemos?)
Un día se expresa agresiva, cuasi autoritaria y divide con sus palabras.
Ricos y pobres. Buenos y malos.
A los pocos días, se le escucha pedir “por favor” con tono suave y conciliador. Alguien le dijo que se puede dialogar.
Ahora va por la convivencia y el diálogo!
Tarde.
Ya muchos de nosotros percibimos que nuestra presidenta se escuda en el “voto popular” como si eso fuese fundamento para hacer y decir sin rendir cuentas (y creerse la única guardiana e intérprete de lo público) y para los casos en que no acierta demasiado con sus palabras, alguien le sopla al oído los pasos a seguir. Una muletita que por suerte le organiza actos, le trae figuritas de apoyo, le lleva gente a la plaza.

No sería más fácil hablar con el dueño del circo?

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